Al contrario
que se suele decir con muchas de las producciones cinematográficas, las
segundas partes sí que pueden ser buenas. Y es que, transcurridos tres años
después de mi primera toma de contacto con el Camino de Santiago, no podía
faltar una nueva cita con esta experiencia tan apasionante. Motivos no
faltaban, y entre otros, la oportunidad de conocer a gente nueva o la
motivación por esforzarme en cada una de las etapas. Todo, sin olvidar lo más
importante: la grata compañía de Jorge, un amigo sobre el que cualquier cosa
positiva que pueda decir siempre se quedará corta.
Aún recuerdo
como hace tres años me mostré escéptico ante la propuesta de mi gran amigo
Jorge: “¿Es una ruta de tapas? ¿Pero hay que caminar mucho? ¿Podré dormir
bien?”... En ese momento, por mi cabeza sólo pasaban decenas de preguntas sin
respuesta. Ahora bien, tras llevar a cabo la ruta Ponferrada-Santiago, descubrí
que todos los temores que azotaban mi cabeza eran simple ignorancia hacia lo
desconocido.
Ya en pleno
2012, cumplimos la promesa de repetir esta experiencia a través de la ruta
francesa. En todo momento hemos sido hombres de palabra, pues en el tiempo
estipulado hemos llevado a cabo cada una de las trayectorias marcadas. Los
objetivos se han cumplido con creces, y desde Roncesvalles hasta Santo Domingo
de la Calzada, numerosos municipios han sido testigos de nuestras pisadas:
Puente la Reina, Nájera,... Como amante de los pinchos y de las grandes
catedrales, de especial interés han resultado para mí las grandes ciudades,
como Logroño o Burgos. Confirmo que se trata de bellas ciudades en las que
merece la pena pernoctar.
Aunque la ruta
en sí no haya dejado a la vista excesivas estampas bellas de la naturaleza, lo
cierto es que estamos ante una aventura única que te invita, paso a paso, a
conocerte un poco mejor como persona. Tus manías, tus virtudes, tus
pensamientos o tus peores defensas quedan a la vista cuando caminas durante más
de cinco horas diarias. Eso sí: nunca estás solo. El Camino de Santiago es un
recorrido en el que además de descubrirte a ti mismo como persona, te enriquece
con los pensamientos y las reflexiones de aquellos con los que te encuentras.
Siempre se ha
dicho que en los últimos momentos de la vida, por la mente de las personas
pasan algunos de los momentos más inverosímiles. De ser cierto, es muy probable
que recuerde la sofocante noche en la que nos apagaron el aire acondicionado en
el zulo donde dormíamos trece personas, las risas y tonterías que decíamos con
nuestros amigos italianos, o también, la locura de recorrer seis kilómetros a
42 grados con tres copas de de sangría en la cabeza y sin agua que poder
echarnos encima. Nuestra ambición y responsabilidad por llegar al destino
inicialmente marcado, en ocasiones me hizo pensar que estábamos participando en
el famoso programa de televisión Pekín Express.
De hecho, en
ocasiones parecía que el camino fuera una especie de montaje en el que
cualquier sorpresa era posible: vaquillas sueltas en Estella, degustación
gratuita de queso en Zubiri,... En una de las ocasiones, y ubicado justo a la
salida de Logroño, nos encontramos con Marcelino Lobato, uno de los iconos más
populares de esta ruta que, acompañado por la imagen de la Virgen de la Locura,
nos contó algunos de los episodios más bohemios que envuelven su vida de
entrega hacia esta causa.
Tengo
muchísimas cosas que agradecer a Jorge, uno de los máximos potenciadores del
afamado equipo zrunners. Quizás, una de las más importantes sea el hecho
de haberme inculcado el gusto por caminar y saber que “puedo cumplir cualquier
meta deportiva que me proponga”. Auguro un buen futuro a mi apreciado amigo
como entrenador personal y como profesor, ya que durante todo el tiempo supo
estar a mi lado y ayudarme a pensar en que, realmente, la meta estaba mucho más
cerca de lo que imaginaba. Para mi puesta en forma, pues el verano ha pasado
factura en mis michelines, cuento con todo su apoyo y sé que lo conseguiré.
El márketing
personal de las redes sociales es brutal, y a través de lo visto y leído en Facebook,
numerosos amigos me han preguntado hasta qué punto es recomendable caminar con
una “mochila” en la espalda. Una sonrisa y una mirada sincera son los mejores
aliados para decir la verdad: el Camino de Santiago es algo que no puedes
describir sin utilizar calificativos positivos. Llegados al mes de septiembre,
me resulta imposible poner el punto y final a esta experiencia que tantos
momentos buenos me ha aportado.
Buena compañía en fiestas de Zubiri |
José Antonio García
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